Por Micaela Cattaneo en el marco del BootCamp 2020 sobre periodismo y derechos digitales. Crédito de la imagen: Claudia Cañete.
En 2018, la conductora de tevé Menchi Barriocanal fue blanco de ataques por parte de los provida, que bajo el hashtag #MenchiNoTeQueremosEnTeletón cuestionaban su participación en la causa social que ayuda a niños con discapacidad. Los usuarios de este grupo conservador se preguntaban por qué la periodista seguía apoyando el fin de esta fundación cuando tomaba posturas feministas ante otros temas.
La trataron, principalmente, de hipócrita y se encargaron de hacer una campaña en su contra creando mensajes que difundían odio con el hashtag mencionado más arriba. Ante tanto ataque, Barriocanal – en compañía de su familia – salió a aclarar a través de un video que su rol en los medios no se limita únicamente a informar, sino también a generar espacios de diálogo y de debate sobre problemáticas vigentes en la sociedad.
“He sido blanco de ataques despiadados, con difusos intereses, que con mucha saña buscaron desacreditar todo este transitar tuyo y mío. Me adjudicaron palabras que yo no dije y sacaron de contexto otras que sí dije, e hicieron esto para intentar manipular a la opinión pública”, decía en el comunicado.
Ese mismo año, como invitada en el programa especial “Mujeres protagonistas del periodismo y la comunicación en Paraguay” de Algo Anda Mal (AAM), contó – aunque sin especificar el caso – que se vio obligada a salir de la red social Twitter porque sentía que la distraía y le sacaba energía.
“Hay un acoso en las redes sociales cuando uno emite alguna opinión y es lo que hay que trabajar a través de una educación pública, laica y de calidad. Hay cada vez más hostigamiento y tensión, como si se tratara de una guerra donde alguien tiene que morir. Podemos disentir, pero no me insultes ni calumnies solo porque no estás de acuerdo conmigo”, analizaba la conductora.
En el informe “Mujeres periodistas y libertad de expresión” de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se hace mención de la violencia en línea que sufren las periodistas, siendo este grupo de mujeres uno de los particularmente afectados por la violencia de género.
Asegura que las trabajadoras de los medios de comunicación no solo están más expuestas a ataques que sus colegas hombres, sino que, además, en los últimos años han sido víctimas de un aumento de insultos, acoso y hostigamiento en línea. Y este tipo de violencia, muchas veces, lleva a la autocensura.
Además, el informe expone cómo la temática abordada por las periodistas es un factor que desata la violencia en línea contra ellas. “Según el Secretario General de las Naciones Unidas, ‘las mujeres que cubren temas como la política, el derecho, la economía, el deporte y los derechos de la mujer, el género y el feminismo corren especial riesgo de ser víctimas de esta violencia virtual’”, señala el texto.
La periodista Noelia Díaz Esquivel, miembro del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP), feminista y militante de causas campesinas, indígenas, entre otras, señala que siente hostilidad en las redes por sus opiniones por lo menos una vez cada semana. De hecho, la agresión más grave que recibió fue una amenaza de muerte por parte de un perfil de Twitter en el año 2018.
“Realicé la denuncia a la Fiscalía de delitos informáticos, donde se inició una investigación que nunca prosperó porque la cuenta de Twitter fue borrada y, a pesar de haber solicitado información a la empresa, esta nunca respondió a los requerimientos de la justicia paraguaya. Además, estuve bajo custodia policial durante 2 meses, hasta que solicité que sean suspendidas porque necesitaba recuperar mi privacidad”, relata.
El informe, que es una Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, expresa que la violencia en línea tiene un efecto inhibitorio en el ejercicio de la libertad de expresión y aunque muchas mujeres periodistas deciden continuar publicando información frente a la violencia, amenazas o acoso, otras recurren a la autocensura, al cierre de sus cuentas digitales o abandonan la profesión.
“A juicio del Secretario General de las Naciones Unidas ‘los ataques también pueden tener un efecto disuasorio sobre otras mujeres periodistas. El efecto es la falta de perspectivas y voces femeninas en los medios de comunicación en relación con una amplia gama de cuestiones, lo que tiene consecuencias graves para la libertad y la pluralidad en los medios de comunicación’”, indica el informe.
“Nunca pensé en dejar de publicar algo por estas agresiones, pero sí ser mucho más cuidadosa en mis expresiones o uso de palabras. De todas formas, sigo siendo agredida, sobre todo por perfiles que no dan su identidad o por personas de grupos conservadores religiosos”, comenta Esquivel.
Ser mujer y periodista
En el año 2017, la locutora y conductora de tevé Marilé Unger recibió un comentario violento con respecto a su peso por parte de un usuario de Twitter: “No me puedo concentrar en las noticias…Me preocupa esa pobre silla”, respondía el hombre a una foto que había subido el canal, donde ella y sus compañeros estaban sentados en el set conduciendo “La Tarde C9N”.
A la agresión, Marilé respondió con amor: “¿La silla? ¿Por qué? Ah sí, ¡ya sé! Sostiene pues mi cerebro pensante y mi corazón gigante. Te mando abrazos tolerantes y empáticos”.
1 de cada 10 mujeres ha sido víctima de alguna forma de violencia en línea desde los 15 años, según lo especifica la Relatoría Especial de la Naciones Unidas sobre violencia contra la mujer. Este estudio no se basa en algún grupo específico de mujeres, sino en todo el conjunto, en todas. Lo que nos lleva a concluir algo: más allá de nuestras profesiones, a nosotras nos violentan por el simple hecho de ser mujeres.
Según un informe de Reporteros Sin Fronteras, las mujeres periodistas son las más afectadas por el ciberacoso: Dos tercios de las reporteras señala haber sido víctima de hostigamiento. El 25 % de ellas menciona haberlo sufrido en Internet. “Me desean la muerte, que se muera mi familia, también enfermedades y todo lo peor que se le pueda ocurrir a un ser humano”, revela la periodista de espectáculos, Carmiña Masi.
“Qué alegría ver a esta desgraciada fuera del canal”, “ojalá nunca regreses a la televisión si es que no cambiaste tu forma de ser”, “si no conseguís laburo en Radio Venus, espero que te mantenga bien tu marido”, son algunos de los comentarios que recibió cuando fue desvinculada de un canal de televisión tras exponer la incomodidad que sentía por un hábito de su compañero de trabajo.
“Nunca pensé en salir de las redes sociales. Sí, a veces, evito tocar temas que sé que no se pueden discutir en redes pero, otras veces, no me aguanto; no puedo autocensurarme. Hoy, por suerte, tenemos el control de entrar o no a leer los comentarios”, comenta.
La CIDH asegura que los Estados están obligados a garantizar la seguridad de las mujeres que ejercen el periodismo, sobre todo porque este solo puede efectuarse libremente cuando las personas que lo realizan no son víctimas de amenazas ni de agresiones físicas, psíquicas o morales, u otros actos de hostigamiento.
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